Las calles de Atenas han sido las primeras, pero seguramente no sean las últimas, la Shisha, o matapobres, es la droga de diseño más barata y peligrosa. Es la droga que ha traído la crisis a Grecia y que probablemente termine por inundar toda Europa. Es la moderna heroína, pero sus efectos son más aterradores, en seis meses hace el daño de veinte años de adicción al caballo, en seis meses mata.
El nombre técnico es Metanfetamina Cristalizada, la venden en bloques y se fuma en una pipa que le da uno de sus nombres shisha. Su otro nombre, matapobres, viene de su precio de dos euros por dosis y su efecto en los barrios más pobres de Atenas. Su origen es todavía desconocido, pero si se ha comprobado que se corta con ácido de baterías, medicinas, gel de baño y otras muchas sustancias.
Irónicamente dicen que es la nueva medicina del sistema de salud griego, si no fuese por lo triste del tema el chiste podría tener gracia, pero no lo puede tener la muerte de personas desesperadas que terminan en la droga como huida de un mundo deshumanizado. Sus principales víctimas son desempleados, estudiantes que tienen que abandonar los estudios por falta de dinero y no pueden trabajar por la crisis, en resumen, aquellas personas que el sistema capitalista ha expulsado bajo el pretexto de la crisis.
Las mejores armas que tenemos contra esta amenaza son la prevención y la salida de la crisis.
¿Qué podemos hacer contra esta droga? Por supuesto la prevención es la primera y principal arma, la gente tiene que saber que mata. Cuando llegó la heroína muchos sólo sabían sus efectos narcóticos, el viaje, o que la usaban artistas de todo tipo. Tiempo después eran víctimas pisoteadas por el caballo. Una vez que se supo de sus efectos nocivos el consumo descendió. Que haya campañas preventivas es la primera y mejor forma de parar su efecto.
La otra forma es acabar con la crisis, que alimenta con desesperación de adictos a la matapobres. Sin la crisis muchos de los actuales clientes de shisha en Grecia estaría estudiando o trabajando, quizás fumando porros o bebiendo alcohol, pero no destrozados por las calles. Por desgracia, esta vía es la más difícil, en manos de personas a las que, parece, no les importa más que el beneficio de su cuenta de resultados.
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